Silencio…
quédate tranquilo y piensa en todos los problemas que te gustaría solucionar.
En todo lo que te angustia, te hace llorar, te oprime, te preocupa, te deja triste.
Piensa hasta en tu miedo futuro de equivocarte, de escoger el camino errado…
Piensa ahora en todo eso…
Abre tu corazón e imagínate entregando todo eso a Dios.
Coloca tus manos en posición de entrega.
Imagínate entregándolo ahora, como quien entrega un saco bien pesado a otra persona para que lo lleve.
Ahora, piensa en todo lo bueno que haya acontecido en tu vida o imagina lo bueno que quieres que suceda.
Momentos de felicidad, de amistad, de cariño, de paz, de amor.
Coloca todo en tus manos, imaginariamente, y haz el gesto de guardarlo en tu corazón, como se guarda una joya en una cajita.
Coloca aquel tesoro guardado muy dentro de ti, y di “Gracias” con mucha fe, de corazón…
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