https://eljardindelassreflexiones.blogspot.com/2020/05/prueba.html EL JARDIN DE LAS REFLEXIONES

sábado, 19 de abril de 2014

CANICAS ROJAS


Durante los duros años de la depresión, en un pueblo pequeño de Idaho, USA, solía parar en el almacén del Sr. Miller para comprar productos frescos de granja. La comida y el dinero faltaban y el trueque se usaba mucho. Un día en particular, el Sr. Miller me estaba empaquetando unas papas.
De repente me fijé en un niño pequeño, delicado de cuerpo y aspecto, con ropa roída pero limpia que miraba atentamente un cajón de arvejas frescas maravillosas. Pagué mis papas pero también me sentí atraído por el aspecto de las arvejas. Me encanta la crema de arvejas y las papas frescas! Admirando las arvejas, no pude evitar escuchar la conversación entre el Sr. Miller y el niño.
«Hola Barry, como estás hoy?»
«Hola Sr. Miller. Estoy bien , gracias. Solo admiraba las arvejas… se ven muy bien.»
«Sí, son muy buenas. ¿Cómo está tu mamá?»
«Bien. Cada vez más fuerte.»
«Bien. ¿Hay algo en que te pueda ayudar?»
«No Señor. Sólo admiraba las arvejas.»
«¿Te gustaría llevar algunas a casa?»
«No Señor. No tengo con que pagarlas.»
«Bueno, qué tienes para cambiar por ellas?
«Lo único que tengo es esto, mi canica más valiosa.»
«¿De veras? ¿Me la dejas ver?»
«Acá está. ¡Es una joya!»
«Ya lo veo. Mmmm… el único problema es que ésta es azul
y a mí me gustan las rojas.
¿Tienes alguna como esta, pero roja, en casa?»
«No exactamente, pero casi.»
«Hagamos una cosa. Llévate esta bolsa de arvejas a casa y la
próxima vez que vengas muéstrame la canica roja que tienes.»
«Desde ya! Gracias Sr. Miller.»
La Sra. Miller se me acercó a atenderme y con una sonrisa me dijo:
«Hay dos niños más como él en nuestra comunidad, todos en situación muy pobre.
A Jim le encanta hacer trueque con ellos por arvejas, manzanas, tomates, o lo que sea. Cuando vuelven con las canicas rojas, y siempre lo hacen, él decide que en realidad no le gusta tanto el rojo, y los manda a casa con otra bolsa de mercadería y la promesa de traer una canica color naranja o verde tal vez.»
Me fui del negocio sonriendo e impresionado con este hombre.
Un tiempo después me mudé a Colorado pero nunca me olvidé de este hombre, los niños y los trueques entre ellos. Varios años pasaron, cada uno más rápidamente que el anterior. Recientemente tuve la oportunidad de visitar unos amigos en esa comunidad en Idaho. Mientras estuve allí, me enteré que el Sr. Miller había muerto. Esa noche sería su velorio y sabiendo que mis amigos querían ir, acepté acompañarlos.
Al llegar a la funeraria, nos pusimos en fila para conocer a los parientes del difunto y para ofrecer nuestro pésame. Delante nuestro, en la fila, había tres hombres jóvenes. Uno tenía puesto un uniforme militar y los otros dos unos lindos trajes oscuros con camisas blancas.Parecían profesionales.
Se acercaron a la Sra. Miller, quien se encontraba al lado de su difunto esposo, tranquila
y sonriendo. Cada uno de los hombres la abrazó, la besó, conversó brevemente con ella y luego se acercaron al ataúd.
Los ojos azules llenos de lágrimas de la Sra. Miller, los siguió uno por uno, mientras cada uno tocaba con su mano cálida, la mano fría dentro del ataúd. Cada uno se retiró de la funeraria limpiándose los ojos.
Llegó nuestro turno y al acercarme a la Sra. Miller le dije quién era y le recordé lo que me había contado años atrás sobre las canicas. Con los ojos brillando, me tomó de la mano y me condujo al ataúd.
«Esos tres jóvenes que se acaban de ir son los tres chicos de los cuales te hablé. Me acaban de decir cuanto agradecían los «trueques» de Jim. Ahora que Jim no podía cambiar de parecer sobre el tamaño o color de las canicas, vinieron a pagar su deuda. «Nunca hemos tenido riqueza» -me confió- «pero ahora Jim se consideraría el hombre más rico del mundo.»
Con una ternura amorosa levantó los dedos sin vida de su esposo. Debajo de ellos había tres canicas rojas exquisitamente brillantes.
Moraleja:
No seremos recordados por nuestras palabras, sino por nuestras acciones. La vida no se mide por cada aliento que tomamos sino por las cosas que nos quitan el aliento.

LO QUE DIOS HACE TIENE SENTIDO

Lo que Dios hace tiene sentido, aún cuando no lo tenga para nosotros.
  1. Dios está presente e involucrado en nuestras vidas aunque parezca que no nos oye o que nos ha abandonado.
  2. El tiempo en que Dios actúa es perfecto, aún cuando parezca estar demasiado atrasado.
  3. Por razones que no se pueden explicar, los seres humanos somos increíblemente valiosos para Dios.
  4. Sus brazos son muy cortos para luchar con Dios. ¡No trate de hacerlo!
(Tomado del Libro “Cuando lo que Dios hace no tiene sentido” de James Dobson).

HERMOSAS ROSAS








LA MUJER DE HOY

En una breve conversación, un hombre le hace a una mujer la siguiente pregunta: Qué tipo de hombre estás buscando?
Ella se queda un momento callada antes de verlo a los ojos y le preguntó: En verdad quieres saber?
El respondió: si
Ella empezó a decir: Siendo mujer de esta época, estoy en una posición de pedirle a un hombre lo que yo no podría hacer sola.
Tengo un trabajo y yo pago todas mis facturas. Yo me encargo de mi casa sin la ayuda de un hombre, porque soy económicamente independiente y responsable de mi administración financiera. Mi rol ya no es el de ser ama de casa dependiente de un hombre en ese sentido. Yo estoy en la posición de preguntar a cualquier hombre, que es lo que tu puedes aportar en mi vida?
El hombre se le quedó viendo.
Claramente pensó que ella se estaba refiriendo al dinero.
Ella sabiendo lo que él estaba pensando, dijo: No me estoy refiriendo al dinero. Yo necesito algo más.
Yo necesito un hombre que luche por la perfección en todos los aspectos de la vida.
El cruzó los brazos, se recargó sobre la silla y mirándola le pidió que le explicara.
Ella dijo: “Yo busco a alguien que luche por la perfección mental, porque necesito con quién conversar, no necesito a alguien mentalmente simple. Yo estoy buscando a alguien que luche por la perfección espiritual, porque necesito con quien compartir mi fe en Dios.
Yo necesito un hombre que luche por la perfección financiera porque, aunque no necesito ayuda financiera, necesito a alguien con quien coordinar los dineros que entren en nuestras vidas.
Yo necesito un hombre que luche por su individualidad, que tenga la libertad para salir a volar y regresar responsablemente a su nido, porque enriqueciéndose a sí mismo tendrá algo maravilloso que regalarme cada día.
Yo necesito un hombre lo suficientemente sensible para que comprenda por lo que yo paso en la vida como mujer, pero suficientemente fuerte para darme ánimos y no dejarme caer. Yo estoy buscando a alguien que yo pueda respetar. Partiendo del respeto que él mismo se gane con el trato, el amor y la admiración que me dé. Dios hizo a la mujer para ser la compañera del hombre.
No para ser menos o más, sino para que juntos forjen una vida en donde la convivencia los lleve a la felicidad.
Si existe un hombre así pues eso es lo que yo busco.
Cuando ella terminó de hablar lo vio a los ojos, él se veía muy confundido y con interrogantes.
El le dijo: estás pidiendo mucho
Ella le contestó:
Yo valgo mucho!!!

ARREGLOS FLORALES









LOS EXTREMOS SE TOCAN

Somos las primeras generaciones de padres decididos a no repetir con los hijos los errores de nuestros progenitores.Y en el esfuerzo de abolir los abusos del pasado, somos los más dedicados y comprensivos pero a la vez los más débiles e inseguros que ha dado la historia.
Lo grave es que estamos lidiando con unos niños más “igualados”, beligerantes y poderosos que nunca. Parece que en nuestro intento por ser los padres que quisimos tener, pasamos de un extremo al otro.
Así, somos los últimos hijos regañados por los padres y los primeros padres a quienes los hijos nos regañan;  los últimos que le tuvimos miedo a los padres y los primeros que le tememos a los hijos; los últimos que crecimos bajo el mando de los padres y los primeros que vivimos bajo el yugo de los hijos.
Y lo que es peor, los últimos que respetamos a nuestros padres, y los primeros que aceptamos que nuestros hijos nos irrespeten.
En la medida que el permisivismo reemplazó al autoritarismo, los términos de las relaciones familiares han cambiado en forma radical, para bien y para mal. En efecto, antes se consideraban buenos padres a aquellos cuyos hijos se comportaban bien, obedecían sus órdenes y los trataban con el debido respeto;  y buenos hijos a los niños que eran formales y veneraban a sus padres. Pero en la medida en que las fronteras jerárquicas entre adultos y niños se han ido desvaneciendo, hoy los buenos padres son aquellos  que logran que sus hijos los amen, aunque poco los respeten. Y son los hijos quienes ahora esperan respeto de sus padres, entendiendo por tal que les respeten sus ideas, sus gustos, sus apetencias y su forma de actuar y de vivir. Y que además les patrocinen lo que necesitan para tal fin. Como quien dice los roles se invirtieron, y  ahora son los papás quienes tienen que complacer a sus hijos para ganárselos, y no a la inversa, como en el pasado. 
Esto explica el esfuerzo que hacen hoy tantos papás y mamás.