https://eljardindelassreflexiones.blogspot.com/2020/05/prueba.html EL JARDIN DE LAS REFLEXIONES

martes, 3 de junio de 2014

BAJO LAS ALAS


La revista "National Geographic" publicó hace algún tiempo un artículo sobre
algo sucedido después de un incendio en el Parque Nacional
Yellowstone de los E.U.
Después de sofocado el fuego empezó la labor de evaluación de los daños,
y fue entonces que al ir caminando por el parque, un guardabosques encontró
una ave calcinada junto al pie de un árbol, en una posición bastante extraña,
pues no parecía que hubiese muerto escapando o atrapada, simplemente
estaba con sus alas cerradas alrededor del cuerpo.

Cuando el impactado guardabosques la golpeó suavemente con una vara, tres pequeños polluelos vivos emergieron de debajo de las alas de la madre, quien sabiendo que sus hijos no podrían escapar del fuego, no los abandonó.
Tampoco se quedó con ellos en el nido sobre el árbol, donde el humo sube y
el calor se acumula, sino que los llevó, quizás uno a uno, a la base del árbol y allí
brindò su vida por salvar la de ellos.

¿Pueden imaginar la escena? El fuego rodeándolos, los polluelos asustados y la madre muy decidida, infundiéndole paz a sus hijos, como diciéndoles: "no teman, vengan bajo mis alas, nada les pasará".
Tan seguros estaban al estar ahí tocando sus plumas, aislados del fuego, que ni siquiera habían salido de ahí horas después de apagado el incendio. Estaban totalmente confiados en la protección de la madre, y solo al sentir el golpeteo pensaron que debían de salir.
Lo mismo hizo Jesus por ti y por mi...que Dios te bendiga.

ADORA Y CONFIA



No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío.
Quieres tú, lo que Dios quiere? Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades

el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de Su providencia.
Poco importa que te consideres un fracasado, si Dios te considera plenamente realizado a su gusto.

Piérdete confiado, ciegamente en ese Dios que te quiere para Sí,

y que llegará a ti, aunque no lo veas.


Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente agarrado, cuánto más decaído

y triste te sientas.
Vive feliz, vive en paz, que nada te altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz,

ni la fatiga, ni tus fallos.
Haz que brote y conserva siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que

el Señor, continuamente te dirige. Y en el fondo de tu
alma coloca, antes que nada, todo aquello que te llene de la paz de Dios.

martes, 20 de mayo de 2014

EL HIJO PREFERIDO

Cierta vez preguntaron a una madre cuál era su hijo preferido, aquel que ella más amaba.
Y ella, dejando entrever una sonrisa, respondió:

“Nada es más voluble que un corazón de madre.

Y, como madre, le respondo: el hijo dilecto, aquél a quien me dedico de cuerpo y alma…


Es mi hijo enfermo, hasta que sane.
El que partió, hasta que vuelva.
El que está cansado, hasta que descanse.
El que está con hambre, hasta que se alimente.

El que está con sed, hasta que beba.

El que está estudiando, hasta que aprenda.
El que está desnudo, hasta que se vista.

El que no trabaja, hasta que se emplée.
El que se enamora, hasta que se case.
El que se casa, hasta que conviva.

El que es padre, hasta que los críe.
El que prometió, hasta que cumpla.

El que debe, hasta que pague.
El que llora, hasta que calle.


Y ya con el semblante bien distante de aquella sonrisa, completó:

El que ya me dejó…
…hasta que lo reencuentre…
Para compartir:

EL TIEMPO

magínate que existe un banco, que cada mañana abona en tu cuenta la cantidad de 86.400 $.

Ese extraño banco, al mismo tiempo, no arrastra tu saldo de un día para otro: cada noche borra de tu cuenta el saldo que no has gastado.


¿Que harías?… imagino que retirar todos los días la cantidad que no has gastado, ¿no?

Pues bien: cada uno de nosotros tenemos ese banco:

……… su nombre es Tiempo.

Cada mañana, ese banco abona en tu cuenta personal 86.400 segundos.

Cada noche ese banco borra de tu cuenta y da como perdida cualquier cantidad de ese saldo que no hayas invertido en algo provechoso.

Ese banco no arrastra saldos de un día a otro; no
permite sobregiros.

Cada día te abre una nueva cuenta.

Cada noche elimina los saldos del día.

Si no usas tu saldo durante el día, tu eres el que
pierdes. No puedes dar marcha atrás.

No existen cargos a cuenta del ingreso de mañana: debes vivir el presente con el saldo de hoy.

Por tanto, un buen consejo es que debes invertir tu tiempo de tal manera, que consigas lo mejor en salud, felicidad y éxito.

El reloj sigue su marcha… consigue lo máximo en el día.

Atesora cada momento que vivas; y ese tesoro tendrá mucho más valor si lo compartes con alguien especial, lo suficientemente especial como para dedicarle tu tiempo… y recuerda que el tiempo no espera por nadie.

3 CONSEJOS

Una pareja de recién casados, era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior.
Un día, el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa:
“Querida yo voy a salir de la casa. Voy a viajar bien lejos, buscaré un empleo y trabajaré hasta tener condiciones para regresar y darte una vida más cómoda y digna. No sé cuanto tiempo voy a estar lejos; sólo te pido una cosa: que me esperes y mientras yo esté lejos, seas fiel a mí, pues yo te seré fiel a ti.”
Así, siendo joven aún, caminó muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estaba necesitando de alguien para ayudarlo en su hacienda.
El joven llegó y se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, y este también acepto. El pacto fue el siguiente:
“Déjeme trabajar por el tiempo que yo quiera y cuando yo encuentre que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorros hasta el día en que me vaya. El día que yo salga, usted me dará el dinero que yo haya ganado.”
Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajó durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso.
Después de veinte años, se acercó a su patrón y le dijo:
“Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa.”
El patrón le respondió: “Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo. Sólo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿está bien?. Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres consejos y no te doy el dinero y te vas. Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta.”
Él pensó durante dos días, buscó al patrón y le dijo: …….
“Quiero los tres consejos”
El patrón le recordó: “Si te doy los consejos, no te doy el dinero.”
Y el empleado respondió: “Quiero los consejos”
El patrón entonces le aconsejó:
1. “Nunca tomes atajos en tu vida: Caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.
2. Nunca seas curioso de aquello que represente el mal: Pues la curiosidad por el mal puede ser fatal.
3. Nunca tomes decisiones en momentos de odio y dolor: Pues puedes arrepentirte demasiado tarde.”
Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no lo era tanto:
“Aquí tienes tres panes: dos para comer durante el viaje y el tercero es para comer con su esposa, cuando llegues a tu casa”.
El hombre, entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que él tanto amaba. Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludó y le preguntó: “¿Para dónde vas?”
Él le respondió, “Voy para un camino muy distante que queda a más de veinte días de caminata por esta carretera.” La persona le dijo entonces: “Joven, este camino es muy largo. Yo conozco un atajo con el cual llegarás en pocos días”.
El joven, contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo. Entonces, volvió a seguir por el camino normal. Días después, supo que el atajo llevaba a una emboscada.
Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión a la vera de la carretera, donde poder hospedarse. Pagó la tarifa por día y, después de tomar un baño, se acostó a dormir. De madrugada se levantó asustado con un grito aterrador. Se levantó de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir a donde escuchó el grito. Cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo.
Regresó y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le preguntó si no había escuchado el grito y él le contestó que sí lo había escuchado. El dueño de la posada le preguntó: ¿Y no sintió curiosidad?. Él le contesto que no. A lo que el dueño le respondió: Ud. es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues mi único hijo tiene crisis de locura; grita durante la noche y cuando el huésped sale, lo mata y lo entierra en el quintal.
El joven siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa.
Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa. Caminó y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y vio que ella tenía sobre su regazo, un hombre al que estaba acariciando los cabellos. Cuando vio aquella escena, su corazón se llenó de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiró profundo, apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo.
Entonces se paró y reflexionó y decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al amanecer, ya con la cabeza fría, él dijo:
“No voy a matar a mi esposa. Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta, sólo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel.”
Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa le abrió la puerta y lo reconoció, se colgó de su cuello y lo abrazó afectuosamente. Él trató de quitársela de encima, pero no lo consiguió. Entonces, con lágrimas en los ojos le dijo: “Yo te fui fiel y tu me traicionaste…”
Ella espantada le respondió, “¿Cómo? Yo nunca te traicioné. Te esperé durante veinte años”.
Él entonces le preguntó, “¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?”
Y ella le contestó, “Aquel hombre es nuestro hijo. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy él tiene veinte años de edad”.
Entonces, el marido entró, conoció, abrazó a su hijo y les contó toda su historia, mientras su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer el último pan juntos. Después de la oración de agradecimiento, con lágrimas de emoción, él partió el pan y al abrirlo, se encontró todo su dinero: el pago de sus veinte años de dedicación.
Moraleja:
Aprende a valorar cada cosa o persona que tienes en la vida y de esa manera obtendrás la recompensa cuando menos lo esperas.Una pareja de recién casados, era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior.
Un día, el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa:
“Querida yo voy a salir de la casa. Voy a viajar bien lejos, buscaré un empleo y trabajaré hasta tener condiciones para regresar y darte una vida más cómoda y digna. No sé cuanto tiempo voy a estar lejos; sólo te pido una cosa: que me esperes y mientras yo esté lejos, seas fiel a mí, pues yo te seré fiel a ti.”
Así, siendo joven aún, caminó muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estaba necesitando de alguien para ayudarlo en su hacienda.
El joven llegó y se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, y este también acepto. El pacto fue el siguiente:
“Déjeme trabajar por el tiempo que yo quiera y cuando yo encuentre que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorros hasta el día en que me vaya. El día que yo salga, usted me dará el dinero que yo haya ganado.”
Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajó durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso.
Después de veinte años, se acercó a su patrón y le dijo:
“Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa.”
El patrón le respondió: “Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo. Sólo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿está bien?. Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres consejos y no te doy el dinero y te vas. Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta.”
Él pensó durante dos días, buscó al patrón y le dijo: …….
“Quiero los tres consejos”
El patrón le recordó: “Si te doy los consejos, no te doy el dinero.”
Y el empleado respondió: “Quiero los consejos”
El patrón entonces le aconsejó:
1. “Nunca tomes atajos en tu vida: Caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.
2. Nunca seas curioso de aquello que represente el mal: Pues la curiosidad por el mal puede ser fatal.
3. Nunca tomes decisiones en momentos de odio y dolor: Pues puedes arrepentirte demasiado tarde.”
Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no lo era tanto:
“Aquí tienes tres panes: dos para comer durante el viaje y el tercero es para comer con su esposa, cuando llegues a tu casa”.
El hombre, entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que él tanto amaba. Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludó y le preguntó: “¿Para dónde vas?”
Él le respondió, “Voy para un camino muy distante que queda a más de veinte días de caminata por esta carretera.” La persona le dijo entonces: “Joven, este camino es muy largo. Yo conozco un atajo con el cual llegarás en pocos días”.
El joven, contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo. Entonces, volvió a seguir por el camino normal. Días después, supo que el atajo llevaba a una emboscada.
Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión a la vera de la carretera, donde poder hospedarse. Pagó la tarifa por día y, después de tomar un baño, se acostó a dormir. De madrugada se levantó asustado con un grito aterrador. Se levantó de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir a donde escuchó el grito. Cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo.
Regresó y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le preguntó si no había escuchado el grito y él le contestó que sí lo había escuchado. El dueño de la posada le preguntó: ¿Y no sintió curiosidad?. Él le contesto que no. A lo que el dueño le respondió: Ud. es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues mi único hijo tiene crisis de locura; grita durante la noche y cuando el huésped sale, lo mata y lo entierra en el quintal.
El joven siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa.
Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa. Caminó y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y vio que ella tenía sobre su regazo, un hombre al que estaba acariciando los cabellos. Cuando vio aquella escena, su corazón se llenó de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiró profundo, apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo.
Entonces se paró y reflexionó y decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al amanecer, ya con la cabeza fría, él dijo:
“No voy a matar a mi esposa. Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta, sólo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel.”
Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa le abrió la puerta y lo reconoció, se colgó de su cuello y lo abrazó afectuosamente. Él trató de quitársela de encima, pero no lo consiguió. Entonces, con lágrimas en los ojos le dijo: “Yo te fui fiel y tu me traicionaste…”
Ella espantada le respondió, “¿Cómo? Yo nunca te traicioné. Te esperé durante veinte años”.
Él entonces le preguntó, “¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?”
Y ella le contestó, “Aquel hombre es nuestro hijo. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy él tiene veinte años de edad”.
Entonces, el marido entró, conoció, abrazó a su hijo y les contó toda su historia, mientras su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer el último pan juntos. Después de la oración de agradecimiento, con lágrimas de emoción, él partió el pan y al abrirlo, se encontró todo su dinero: el pago de sus veinte años de dedicación.
Moraleja:
Aprende a valorar cada cosa o persona que tienes en la vida y de esa manera obtendrás la recompensa cuando menos lo esperas.

EL PESO DE LA CRUZ


Un joven, ya no daba más con sus problemas.
Cayó de rodillas, orando:

“Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada”

El Señor, como siempre, acudió y le contestó:

“ Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras “.

El joven suspiró aliviado. “ Gracias, Señor ” dijo, e hizo lo que le había dicho.

Al entrar, vió muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba.
Después, vió una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared.

“Señor”, susurró, “ quisiera esa que está allá”

Y el Señor contestó,
“Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar”

Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los demás.

Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas

frases de motivacion


La vida es tan buena
maestara que si aprendes
la leccion te la repite