LA NIÑA DE SUS OJOS
Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. Zacarías. 2:8
El ojo es el órgano externo más protegido que tenemos en el cuerpo; es una de las partes más frágiles. Por eso, Dios lo ha protegido de una forma especial con: el parpado, las cejas y las pestañas.
¿Alguna vez, te has tocado, la niña del ojo?
¡Más difícil todavía! ¿Alguna vez, alguien ha intentado tocarte la niña del ojo?
Si alguien intenta meterte el dedo en el ojo; no sólo le cierras, sino que te das la vuelta para protegerlo; y además, lo cubres con la mano.
Esta propuesta, parece un tanto infantil; pero esto mismo es lo que el Señor dice en su palabra: Él nos protegerá de cualquier ataque externo.
El ojo nos comunica con el exterior; es la ventana de nuestro cuerpo. A través de él podemos ver todo lo que nos rodea. (Por supuesto, que las personas invidentes, también se relacionan con el exterior, pero ejercitando el resto delos sentidos).
El Señor protege a su pueblo de tal forma, que, aquel que se atreva a tocar al pueblo de Dios; se las tiene que ver con Dios mismo.
La Iglesia es el ojo de Dios.
La Iglesia, es quien tiene la responsabilidad y el privilegio de dar a conocer el mensaje del evangelio; hace la misma labor que el ojo en el cuerpo humano, ser esa ventana abierta para asomarse al exterior.
Quien toca a Su Iglesia toca la niña de Sus ojos.
Cualquiera que: acosa, critica, daña, ofende, defrauda, perjudica, etc. a un hijo de Dios, comete esa acción, contra Dios mismo.
Tratar sin amor, misericordia, cordialidad, compañerismo; a un hermano es como cometer esa misma falta hacia Dios mismo. Esto quiere decir que, los creyentes, somos la niña de los ojos de Dios, tanto a nivel individual; como a nivel de iglesia.
Por lo tanto debemos tener mucho cuidado de cómo tratamos a los hermanos; porque como los tratamos a ellos, estamos tratando a Dios.
Una de las labores más bonitas y enriquecedoras de cada hijo de Dios es: amar, cuidar, proteger y cuidar a cada hermano; especialmente a los más pequeñitos.
Si no lo hacemos así, Dios nos pedirá cuentas.
No seamos como Caín, cuando dijo: ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Génesis.4:9. SEAMOS GUARDIANES DE NUESTROS HERMANOS.LA NIÑA DE SUS OJOS
Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. Zacarías. 2:8
El ojo es el órgano externo más protegido que tenemos en el cuerpo; es una de las partes más frágiles. Por eso, Dios lo ha protegido de una forma especial con: el parpado, las cejas y las pestañas.
¿Alguna vez, te has tocado, la niña del ojo?
¡Más difícil todavía! ¿Alguna vez, alguien ha intentado tocarte la niña del ojo?
Si alguien intenta meterte el dedo en el ojo; no sólo le cierras, sino que te das la vuelta para protegerlo; y además, lo cubres con la mano.
Esta propuesta, parece un tanto infantil; pero esto mismo es lo que el Señor dice en su palabra: Él nos protegerá de cualquier ataque externo.
El ojo nos comunica con el exterior; es la ventana de nuestro cuerpo. A través de él podemos ver todo lo que nos rodea. (Por supuesto, que las personas invidentes, también se relacionan con el exterior, pero ejercitando el resto delos sentidos).
El Señor protege a su pueblo de tal forma, que, aquel que se atreva a tocar al pueblo de Dios; se las tiene que ver con Dios mismo.
La Iglesia es el ojo de Dios.
La Iglesia, es quien tiene la responsabilidad y el privilegio de dar a conocer el mensaje del evangelio; hace la misma labor que el ojo en el cuerpo humano, ser esa ventana abierta para asomarse al exterior.
Quien toca a Su Iglesia toca la niña de Sus ojos.
Cualquiera que: acosa, critica, daña, ofende, defrauda, perjudica, etc. a un hijo de Dios, comete esa acción, contra Dios mismo.
Tratar sin amor, misericordia, cordialidad, compañerismo; a un hermano es como cometer esa misma falta hacia Dios mismo. Esto quiere decir que, los creyentes, somos la niña de los ojos de Dios, tanto a nivel individual; como a nivel de iglesia.
Por lo tanto debemos tener mucho cuidado de cómo tratamos a los hermanos; porque como los tratamos a ellos, estamos tratando a Dios.
Una de las labores más bonitas y enriquecedoras de cada hijo de Dios es: amar, cuidar, proteger y cuidar a cada hermano; especialmente a los más pequeñitos.
Si no lo hacemos así, Dios nos pedirá cuentas.
No seamos como Caín, cuando dijo: ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Génesis.4:9. SEAMOS GUARDIANES DE NUESTROS HERMANOS.