Sally dijo, consternada: "¿Por qué a los niños les da
cáncer? ¿Es que acaso Dios ya no se preocupa por ellos? DIOS, ¿dónde estabas
cuando mi hijo te necesitaba?".
Sally pidió a la enfermera que la acompañara mientras se
despedía de su hijo. Recorrió con su mano su cabello rojizo. La enfermera le
preguntó si quería conservar uno de los rizos. Sally asintió. La enfermera
cortó el rizo, lo colocó en una bolsita de plástico y se la dio a Sally.
Sally salió del Hospital Infantil por última vez, después de
haber permanecido ahí la mayor parte de los últimos 6 meses. Colocó la maleta
con las pertenencias de Jimmy en el asiento del auto, junto a ella. Fue difícil
manejar de regreso a casa, y más difícil aún entrar a una casa vacía. Llevó la
maleta a la habitación de Jimmy y colocó los autos miniatura y todas sus demás
cosas justo como él siempre las tenía. Se acostó en la cama y lloró hasta
quedarse dormida, abrazando la pequeña almohada de Jimmy.
Despertó cerca de la medianoche y junto a ella había una
hoja de papel doblada.
Abrió la carta, que decía:
Querida mami: Sé que
vas a echarme de menos, pero no pienses que te he olvidado o he dejado de
amarte sólo porque ya no estoy ahí para decirte TE AMO. Pensaré en ti cada día,
mamita, y cada día te amaré aún más. Algún día nos volveremos a ver. Si deseas
adoptar a un niño para que no estés tan solita, podrá estar en mi habitación y
podrá jugar con todas mis cosas. Si decides que sea una niña, probablemente no
le gustarán las mismas cosas que a los niños, y tendrás que comprarle muñecas y
cosas de ésas.
No te pongas triste cuando pienses en mí; este lugar es
grandioso. Los abuelos vinieron a recibirme cuando llegué y me han mostrado
algo de acá, pero tomará algo de tiempo verlo todo. Los ángeles son muy amistosos
y me encanta verlos volar.
Dios me dijo que te respondiera a lo que Le preguntaste:
“¿Dónde estaba Él cuando yo lo necesitaba?”. Dios dijo: 'En donde mismo que
cuando Jesús estaba en la cruz'. Estaba justo ahí, como lo está con todos Sus
hijos. Esta noche estaré a la mesa con Jesús para la cena. Sé que la comida
será fabulosa. Casi olvido decirte... Ya no tengo ningún dolor; el cáncer se ha
ido. Me alegra, pues ya no podía resistir tanto dolor y Dios no podía resistir
verme sufrir de ese modo, así que envió al Ángel de la Misericordia para
llevarme. ¡El Ángel me dijo que yo era una Entrega Especial!
Firmado con amor, de: Dios, Jesús y Yo
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