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viernes, 21 de febrero de 2014

ROSAS ROSAS








COMO TEMPLAR EL ACERO

Se cuenta la historia del herrero que, después de una juventud llena de excesos, decidió entregar su alma a Dios.
Durante muchos años trabajó con ahínco, practicó la caridad, pero, a pesar de toda su dedicación, nada perecía andar bien en su vida, muy por el contrario sus problemas y sus deudas se acumulaban día a día.
Una hermosa tarde, un amigo que lo visitaba, y que sentía compasión por su situación difícil, le comentó:
- “Realmente es muy extraño que justamente después de haber decidido volverte un hombre temeroso de Dios, tu vida haya comenzado a empeorar. No deseo debilitar tu fe, pero a pesar de tus creencias en el mundo espiritual, nada ha mejorado.”
El herrero no respondió enseguida, él ya había pensando en eso muchas veces, sin entender lo que acontecía con su vida, sin embargo, como no deseaba dejar al amigo sin respuesta, comenzó a hablar, y terminó por encontrar la explicación que buscaba. He aquí lo que dijo el herrero:
- “En este taller yo recibo el acero aún sin trabajar, y debo transformarlo en espadas. ¿Sabes tú cómo se hace esto? Primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone al rojo vivo, enseguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo más pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada. Luego la sumerjo en un balde de agua fría, y el taller entero se llena con el ruido y el vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura. Tengo que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta, una sola vez no es suficiente.”
El herrero hizo una larga pausa, y siguió:
- “A veces, el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, me doy cuenta de que jamás se transformará en una buena hoja de espada y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de fierro viejo que ves a la entrada de mi herrería.”
Hizo otra pausa más, y el herrero terminó:
- “Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero la única cosa que pienso es: Dios mío, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí. Inténtalo de la manera que te parezca mejor, por el tiempo que quieras, pero nunca me pongas en la montaña de fierro viejo de las almas.”

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ROSAS AMARILLAS









ROSA AZULES










SER FUERTE


Ser fuerte es amar a alguien en silencio.
Ser fuerte es irradiar felicidad cuando se es infeliz.
Ser fuerte es intentar perdonar a alguien que no merece perdón.

Ser fuerte es esperar cuando no se crea en el regreso.

Ser fuerte es mantenerse en calma en los momentos de desesperación.

Ser fuerte es demostrar alegría cuando no se siente.

Ser fuerte es sonreir cuando se desea llorar.

Ser fuerte es hacer a alguien feliz cuando se tiene el corazón en pedazos.

Ser fuerte es callar cuando lo ideal sería gritar a todos tu angustia.

Ser fuerte es consolar cuando se necesita de consuelo.

Ser fuerte es tener fe aunque no se crea.

Por eso, mismo durante la dura realidad y por más difícil que la vida pueda parecer: ¡Ama y sé Fuerte!


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ANGELES CALLEJEROS

Diane, una joven estudiante de la universidad, estaba en casa por el verano. Fue a visitar algunos amigos en la noche y por quedarse platicando se le hizo muy tarde, más de lo que había planeado y tuvo que caminar sola a su casa. No tenía miedo porque vivía en una ciudad pequeña y vivía sólo a unas cuantas cuadras del lugar.
Mientras caminaba a su casa, pidió a Dios que la mantuviera salvada de cualquier mal o peligro. Cuando llegó al callejón que le servía como atajo para llegar más pronto a su casa decidió tomarlo.Sin embargo cuando iba a la mitad, notó a un hombre parado al final del callejón y se veía como que estaba esperando por ella.
Diane se puso nerviosa y empezó a rezar a Dios por protección. Al instante un sentimiento de tranquilidad y seguridad la envolvió, sintió como si alguien estuviera caminando con ella; llegó al final del callejón y camino justo enfrente del hombre pero no pasó nada y llegó bien a su casa.
Al día siguiente, leyó en el periódico que una chica había sido violada en aquel mismo callejón unos 20 minutos después de que ella pasara por allí.
Sintiéndose muy mal por esa tragedia y pensando que pudo haberle pasado a ella, comenzó a llorar dando Gracias a Dios por haberla cuidado y le rogó que ayudara a la otra joven. Decidió ir a la estación de policía, pensó que podría reconocer al hombre y les dijo su historia.
El policía le preguntó si estaría dispuesta a identificar al hombre que vio la noche anterior en el callejón, ella accedió y sin dudar reconoció al hombre en cuestión. Cuando el hombre supo que había sido identificado, se rindió y confesó.
El policía agradeció a Diane por su valentía y le preguntó si había algo que pudieran hacer por ella y ella le pidió que le preguntaran al hombrepor qué no la atacó a ella cuando pasó por el mismo callejón.

Cuando el policía le preguntó al hombre el contestó: “Porque ella no estaba sola, había dos hombres altos caminando uno a cada lado de ella”

COMO LOS ARBOLES

Tiempo atrás, yo era vecino de un médico cuyo hobby era plantar árboles en el enorme patio de su casa. A veces observaba, desde mi ventana, su esfuerzo por plantar árboles y mas árboles, todos los días. Lo que mas llamaba mi atención, entretanto, era el hecho de que el jamás regaba los brotes que plantaba. Pase a notar, después de algún tiempo, que sus árboles estaban demorando mucho en crecer.
Cierto día, resolví entonces aproximarme al medico y le pregunte si el no tenia recelo de que las plantas no crecieran, pues percibí que el nunca las regaba. Fue cuando, con un aire orgulloso, el me describía su fantástica teoría. Me dijo que, si regase sus plantas, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando por el agua fácil, que venia de encima.
Como el no las regaba, los árboles demoraban mas para crecer, pero sus raíces tenderían a migrar hacia lo mas profundo, en busca del agua y de los variados nutrientes encontrados en las capas mas inferiores del suelo. Así, según el, los árboles tendrían raíces profundas y serian mas resistentes a la intemperie. Y agrego que el frecuentemente daba unas palmadas en sus árboles, con un diario doblado, y que hacia eso para que se mantuvieran siempre despiertas y atentas. Esa fue la única conversación que sostuve con mi vecino.
Tiempo después fui a vivir a otro país, y nunca mas volví a verlo. Varios años después, al retornar del exterior, fui a dar una mirada a mi antigua residencia. Al aproximarme, note un bosque que no había antes. Mi antiguo vecino, había realizado su sueño!!. Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte y helado, en que los árboles de la calle estaban arqueados, como si no estuviesen resistiendo al rigor del invierno.
Entretanto, al aproximarme al patio del medico, note como estaban sus árboles: Prácticamente no se movían, resistiendo estoicamente aquel fuerte viento. Que efecto curioso, pensé… Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, llevando palmaditas y habiendo sido privados de agua, parecía que los había beneficiado de un modo que el confort y el tratamiento mas fácil jamás lo habría conseguido.
Todas las noches, antes de ir a acostarme, doy siempre una mirada a mis hijos. Observo atentamente sus camas y veo como ellos han crecido. Frecuentemente oro por ellos. En la mayoría de las veces, pido para que sus vidas sean fáciles, para que no sufran las dificultades y agresiones de este mundo…
…He pensado, entretanto, que es hora de cambiar mis ruegos. Ese cambio tiene que ver con el hecho de que es inevitable que los vientos helados y fuertes nos alcancen. Se que ellos encontraran innumerables dificultades y que, por tanto, mis deseos de que las dificultades no ocurran, han sido muy ingenuos.
Siempre habrá una tempestad en algún momento de nuestras vidas, porque, queramos o no, la vida no es muy fácil. Al contrario de lo que siempre he hecho, pasemos a orar para que nuestras raíces sean mas profundas, de tal forma que podamos estar firmes en Dios y tener fe en que el nos va apoyar y estará siempre allí para nosotros.

Pedimos siempre tener facilidades, pero en verdad lo que necesitamos hacer es pedir para desarrollar raíces fuertes y profundas, de tal modo que cuando las tempestades lleguen y los vientos helados soplen, resistamos con firmeza, en vez de que seamos subyugados y barridos. La naturaleza nos enseña muchas cosas si las sabemos ver…