https://eljardindelassreflexiones.blogspot.com/2020/05/prueba.html EL JARDIN DE LAS REFLEXIONES

miércoles, 11 de junio de 2014

EL PAN DE CRISTO


El siguiente es el relato de un hombre llamado Víctor.
Al cabo de meses de encontrarse sin trabajo, se vio obligado a recurrir a mendigar para sobrevivir, cosa que detestaba profundamente. Una fría tarde de invierno se encontraba cerca de un club privado cuando observó a un hombre y su esposa que entraban al mismo.
Víctor le pidió al hombre unas monedas para poder comprarse algo de comer.
-Lo siento, amigo, pero no tengo nada de cambio -replicó hombre elegante.
La mujer, que oyó la conversación, preguntó:
-¿Qué quería ese pobre hombre?
-Dinero para una comida. Dijo que tenía hambre -respondió su marido.
-¡Lorenzo, no podemos entrar a comer una comida suntuosa que no necesitamos y dejar a un hombre hambriento aquí afuera!-Dijo la esposa.
-¡Hoy en día hay un mendigo en cada esquina! Seguro que quiere el dinero para beber.
-¡Yo tengo un poco de cambio! Le daré algo.
Aunque Víctor estaba de espaldas a ellos, oyó todo lo que dijeron. Avergonzado, quería alejarse corriendo de allí, pero en ese momento oyó la amable voz de la mujer que le decía:
-Aquí tiene unas monedas. Consígase algo de comer. Aunque la situación está difícil, no pierda las esperanzas. En alguna parte hay un empleo para usted. Espero que pronto lo encuentre.
-¡Muchas gracias, señora! Me ha dado usted ocasión de comenzar de nuevo y me ha ayudado a cobrar ánimo. Jamás olvidaré su gentileza.
-Estará usted comiendo el pan de Cristo. Compártalo -dijo ella con una cálida sonrisa dirigida más bien a un hombre y no a un mendigo. Víctor sintió como si una descarga eléctrica le recorriera el cuerpo.
Encontró un lugar barato donde comer, gastó la mitad de lo que la señora le había dado y resolvió guardar lo que le sobraba para otro día. Comería el pan de Cristo dos días. Una vez más, aquella descarga eléctrica corrió por su interior. ¡El pan de Cristo!
-¡Un momento! -pensó-. No puedo guardarme el pan de Cristo solamente para mí mismo.
Le parecía estar escuchando el eco de un viejo himno que había aprendido en la escuela dominical.
En ese momento pasó a su lado un anciano.
-Quizás ese pobre anciano tenga hambre -pensó-. Tengo que compartir el pan de Cristo.
-Oiga -exclamó Víctor-. ¿Le gustaría entrar y comerse una buena comida?
El viejo se dio vuelta y lo miró con descreimiento.
-¿Habla usted en serio, amigo?
El hombre no daba crédito a su buena fortuna hasta que se sentó a una mesa cubierta con un hule y le pusieron delante un plato de guiso caliente. Durante la cena, Víctor notó que el hombre envolvía un pedazo de pan en su servilleta de papel.
-¿Está guardando un poco para mañana? -le preguntó.
-No, no. Es que hay un chico que conozco por donde suelo frecuentar. La ha pasado mal últimamente y estaba llorando cuando lo dejé. Tenía hambre.. Le voy a llevar el pan.
El pan de Cristo. Recordó nuevamente las palabras de la mujer y tuvo la extraña sensación de que había un tercer Convidado sentado a aquella mesa. A lo lejos las campanas de una iglesia parecían entonar a sus oídos el viejo himno que le había sonado antes en la cabeza.
Los dos hombres llevaron el pan al niño hambriento, que comenzó a comer rapidamente. De repente!! .....se detuvo y llamó a un perro, un perro perdido y asustado.
-Aquí tienes, perrito. Te doy la mitad -dijo el niño.
El pan de Cristo. Alcanzaría también para el hermano cuadrúpedo. San Francisco de Asís habría hecho lo mismo -pensó Víctor. El niño había cambiado totalmente de semblante. Se puso de pie y comenzó a vender el periódico con entusiasmo.
-Hasta luego -dijo Víctor al viejo-. En alguna parte hay un empleo para usted. Pronto dará con él. No desespere. ¿Sabe? -su voz se tornó en un susurro-. Esto que hemos comido es el pan de Cristo. Una señora me lo dijo cuando me dio aquellas monedas para comprarlo. ¡El futuro nos deparará algo bueno!
Al alejarse el viejo, Víctor se dio vuelta y se encontró con el perro que le olfateaba la pierna. Se agachó para acariciarlo y descubrió que tenía un collar que llevaba grabado el nombre del dueño.
Víctor recorrió el largo camino hasta la casa del dueño del perro y llamó a la puerta. Al salir éste y ver que había encontrado a su perro, se puso contentísimo.
De golpe la expresión de su rostro se tornó seria. Estaba por reprocharle a Víctor que seguramente había robado el perro para cobrar la recompensa, pero no lo hizo. Víctor ostentaba un cierto aire de dignidad que lo detuvo.
En cambio dijo:
-En el periódico vespertino de ayer ofrecí una recompensa. ¡Aquí tiene!
Víctor miró el billete medio aturdido.
-No puedo aceptarlo -dijo quedamente-. Solo quería hacerle un bien al perro.
-¡Téngalo! Para mí lo que usted hizo vale mucho más que eso. ¿Le interesaría un empleo? Venga a mi oficina mañana. Me hace mucha falta una persona íntegra como usted.
Al volver a emprender Víctor la caminata por la avenida, aquel viejo himno que recordaba de su niñez volvió a sonarle en el alma. Se titulaba "Parte el Pan de Vida". . .
" NO OS CANSEIS DE DAR, PERO NO DEIS LAS SOBRAS, DAD HASTA SENTIRLO, HASTA QUE DUELA". QUE EL SEÑOR NOS CONCEDA LA GRACIA DE TOMAR NUESTRA CRUZ Y SEGUIRLO, AUNQUE DUELA.
Maria Teresa de Caulcuta
AHORA, COMPARTE TU CON LOS DEMAS EL PAN DE CRISTO.....YO YA LO HICE

CARTA DE UN PADRE

Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba de mal humor. Te regañe porque te estabas tardando demasiado en desayunar, te grite porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te levante por los cabellos y te empuje violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato.
Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mi tímidamente y yo solo te advertí que no te portaras mal. Por la tarde, cuando regrese a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos unos pantalones nuevos y estabas sucio y mojado.
Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mi te indique que caminaras erguido.
Mas tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa. A la hora de cenar arroje la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grite que no soportaba mas ese escándalo y subí a mi cuarto.
Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia, pero no pude. ¿Como podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y arrepentido? Luego escuche unos golpecitos en la puerta. "Adelante" dije adivinando que eras tu. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Te mire con seriedad y pregunte: ¿Te vas a dormir?, ¿vienes a despedirte? No contestaste. Caminaste lentamente con tus péquenos pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente. Te abrace y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla. Sentí que mi alma se quebrantaba. "Hasta mañana, papito" me dijiste.
¿Que es lo que estaba haciendo?, ¿porque me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mi y ciertamente no eras igual. Tu tenias unas cualidades de las que yo carecía: eras legitimo, puro, bueno y sobre todo, sabias demostrar amor. ¿Porque me costaba tanto trabajo?, ¿porque tenia el habito de estar siempre enojado? ¿Que es lo que me estaba aburriendo? Yo también fui niño. ¿Cuando fue que comencé a contaminarme?
Después de un rato entre a tu habitación y encendí una lámpara con cuidado. Dormías profundamente. Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebe. Me incline para rozar con mis labios tu mejilla, respire tu aroma limpio y dulce. No pude contener el sollozo y cerré los ojos. Una de mis lagrimas cayo en tu piel. No te inmutaste. Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio. Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación.
Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo mas que a mi vida.
"Si lloras por haber perdido el Sol, entonces no podrás ver las estrellas".

EL VASO DE AGUA SUCIA


Una alumna de un colegio faltó a clases por una semana, y otra compañera empezó a decir que la primera
no asistía a clases porque estaba embarazada y se estaba haciendo un aborto.
La maestra escuchó los comentarios y llamó a la muchacha a su oficina, y le dijo: "Por favor, tráeme un
vaso de agua bien lleno". La estudiante se lo trajo.
La maestra le dijo: "Tira toda el agua al piso". La muchacha titubeó, pero al final obedeció.
Después de derramada el agua en el suelo, la maestra le dijo: "Ahora, recoge el agua del piso
y ponla en el vaso".
"No se puede", dijo la alumna. Y la maestra le repitió: "Hazlo".
La alumna, con paños y servilletas, recogió todo lo que pudo y así llegó a llenar medio vaso
de agua, y estaba sucia.
La maestra le dijo a la alumna: "Así es como ha quedado la fama y el honor de tu compañera".
"Aun cuando quieras reparar el mal que haz hecho, no podrás hacerlo totalmente".
"Tu compañera faltó a clases porque estaba en el entierro de su padre, que falleció hace unos días".

DIOS AUN HABLA


Un joven de vida espiritual fue a una reunión de estudio de la Biblia en la residencia de un matrimonio amigo. Era noche de jueves. El matrimonio dividió el estudio entre oír a Dios y obedecer la palabra del Señor.
El joven no podía dejar de querer saber si "Dios aun habla con las personas". Después del estudio, el salió para tomar un café con los amigos que estaban en la reunión familiar, y discutían un poco más sobre el mensaje de esa noche. De formas diversas ellos hablaban cómo Dios había conducido sus vidas de maneras tan diferentes.
Eran aproximadamente las 10 de la noche cuando el joven se despidió de sus amigos y comenzó a dirigirse a su casa. Sentado en su automóvil, comenzó a pedir: "Dios, si aún hablas con las personas, habla conmigo. Yo te escuchare. Haré todo para obedecerte".
Mientras conducía por la avenida principal de la ciudad, tuvo un pensamiento muy extraño, como si una voz hablase dentro de su cabeza: "Para y compra un litro de leche". El movió su cabeza y dijo en alto: "Dios, ¿eres tú, Señor?". No obtuvo respuesta y continuó dirigiéndose para su casa. Sin embargo, nuevamente, surgió el pensamiento: "Compra un litro de leche".
El joven pensó en el pasaje de la Biblia que habla de Samuel y cómo él no reconoció la voz de Dios, y cómo Dios habló con Samuel. ¡Muy bien, Dios! En caso de ser el Señor, voy a comprar la leche. Esto no parece ser una prueba de obediencia muy difícil. Total, uno podrá también usar la leche.
Así que paró, compró la leche y re! inició su camino a casa. Cuando pasaba por la séptima avenida, nuevamente sintió un pedido: "Gira en aquella calle". Esto es una locura, pensó y pasó de largo el retorno.
Nuevamente sintió que debería haber girado en la séptima avenida. En el siguiente retorno, el giró y se dirigió por la séptima avenida. Medio bromeando, dijo en voz alta: "Muy bien, Dios. Lo haré". Siguió avanzando por algunas cuadras cuando de repente sintió que debía parar.
Se detuvo y miró a su alrededor. Era un área mixta comercial y residencial. No era la mejor área, más también no era la peor de la vecindad. Los establecimientos estaban cerrados y la mayoría de las casas estaban a oscuras, como si las personas ya se hubiesen ido a dormir, excepto una del otro lado de la calle y que estaba cerca.
Nuevamente, sintió algo, "Ve y dale la leche a las personas que están en aquella casa del otro lado de la calle". El joven miró la casa. Comenzó a abrir la puerta del coche, pero se volvió a sentar. "¡Señor, esto es una locura!" ¿Cómo puedo ir a una casa extraña en medio de la noche?".
Una vez más, sintió que debería ir a dar la leche. Finalmente, abrió la puerta,"Muy bien, Dios, si eres el Señor, iré y entregaré la leche a aquellas personas. Si el Señor quiere que yo parezca un loco, muy bien. Yo quiero ser obediente. Pienso que esto va a contar para algo; sin embargo, si ellos no responden inmediatamente, me iré en el mismo acto.
Atravesó la calle y toco la campanilla. Pudo oír un barullo viniendo desde dentro, parecido al llanto de una criatura. La voz de un hombre sonó alto: ¿Quien está ahí? ¿Que quiere?. La puerta se abrió antes que el joven pudiese huir. De pie, estaba un hombre vestido de jeans y camiseta. Tenía un olor extraño y no parecía feliz de ver a un desconocido de pie en su solera. "¿Que pasa?" El joven le entrego la botella de leche. "Compre esto para ustedes". El hombre tomó la leche y corrió adentro hablando alto. Después, una mujer pasó por el corredor cargando la leche en dirección a la cocina.
El hombre la seguía, sosteniendo en brazos una criatura que lloraba. Lagrimas corrían por el rostro del hombre y luego comenzó a hablar, medio sollozando: "Nosotros oramos". Tenemos muchas cuentas que pagar este mes y nuestro dinero se había acabado. No teníamos más leche para nuestro bebe. Apenas ore le pedí a Dios que me mostrase una manera de conseguir leche.
Su esposa grito desde la cocina: "Pedí a Dios que me mandara un ángel con un poco... " ¿Ud. es un ángel? El joven tomó su cartera y sacó todo el dinero que había en ella y lo colocó en las manos del hombre.
Se dio media vuelta y se fue a su vehículo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. El experimentó que Dios, todavía responde los pedidos de los justos.
Ahora, una simple prueba para ti: Si crees que Dios todavía habla, manda este mensaje a todos tus amigos. Si estás leyendo este texto es porque Dios te ha hablado.

EL DON DE DAR


A David, un amigo mio, su hermano le regaló un automóvil.
Un día, cuando David salió de su oficina, vió a un niño dando vueltas alrededor de su brillante
coche nuevo admirnándolo.
"¿Este es su coche señor?" - preguntó el niño. David afirmó con la cabeza y añadió: "Mi hermano
me lo regaló.
El niño estaba asombrado: "¿Quiere decir que su hermano se lo regaló y a usted no le
costó nada. Vaya me gustaría..." titubeo el niño.
"¡Desde luego!"--David sabía lo que el niño iba a decir, que le gustaría tener un hermano así,
pero lo que el muchacho realmente dijo estremeció a David de pies a cabeza:
"Me gustaría-prosiguió el niño- poder ser un hermano así". David miró al niño con asombro,
e impulsivamente añadió: "Te gustaría dar una vuelta en mi auto ?". Ah si, eso
me encantaría!!!.
Después de un corto paseo, el niño volteo y con los ojos chispeantes dijo: "Señor...
No le importaría que pasáramos frente a mi casa ?".
David sonrió. Creía saber lo que el muchacho quería. Quería enseñar a sus vecinos
que podía llegar a su casa en un gran automóvil, pero de nuevo, David estaba equivocado.
-"Se puede detener donde están esos dos escalones ? " -pidió el niño. Subió corriendo y
en poco rato David oyó que regresaba, pero no venía rápido. Llevaba consigo a su
hermanito lisiado. Lo sentó en el primer escalón, mirando hacia el coche.
"Lo ves Juan?. Allí está, tal como te lo dije, allí arriba. Su hermano se lo regaló y a él no le
costó ni un centavo, y algún día yo te voy a regalar uno igualito... entonces podrás ver por
ti mismo todas las cosas bonitas de los escaparates, de las que he estado tratando de contarte".
David, bajó del coche y subió al muchacho enfermo al asiento delantero. El hermano mayor, con
los ojos radiantes, se subió tras de él y los tres comenzaron un paseo memorable.
Ese día, David comprendió lo que Dios quería decir con: "Hay mas dicha en dar..."
Que tengas un excelente día y no olvides: Dar vida a otras vidas...Dar esperanza...
Somos lo que pensamos. Somos lo que decidimos ser.
Decidamos ser hombres y mujeres de VALORES. Nuestro entorno lo necesita desesperadamente !!!
Ojala que aprendamos la lección

EL AMOR DE DIOS


Eramos la unica familia en el restaurante con un niño.
Yo sente a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban
tranquilos comiendo y charlando.
De repente, Daniel pego un grito con ansia y dijo, "Hola amigo!"
Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiracion
y su boca mostraba la falta de dientes en su encia.
Con mucho regocijo el se reia y se retorcia.
Yo miro alrededor y vi la razon de su regocijo.
Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto.
Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad sus dedos se asomaban
a traves de lo que fueron unos zapatos.
Su camisa estaba sucia y su cabello no habi­a recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas
eran cortas y muy poquitas y su nariz tenia tantas venitas que pareci­a un mapa.
Estabamos un poco lejos de el para saber si oli­a, pero seguro que oli mal.
Sus manos comenzaron a menearse para saludar.
"Hola bebito, como estas muchachon," le dijo el hombre a Daniel.
Mi esposa y yo nos miramos, "¿Que hacemos?"
Daniel continuo riendose y contesto, "Hola, hola amigo."
Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero.
El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo.
Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzo a hablarle a nuestro hijo como un bebe.
Nadie creia que era simpatico lo que el hombre estaba haciendo.
Obviamente el estaba borracho. Mi esposa y yo estabamos avergonzados.
Comimos en silencio; menos Daniel que estaba super inquieto y mostrando todo su
repertorio al pordiosero, quien le contestaba con sus niñadas.
Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta.
Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraramos en el estacionamiento.
El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida.
"Dios mio, ayudame a salir de aqui antes de que este loco le hable a Daniel." Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre.
Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que el pudiera estar respirando.
Mientras yo haci­a esto, Daniel se volvia rapidamente en direccion hacia donde estaba el
viejo y puso sus brazos en posicion de; "cargame
Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se abalanza desde mis brazos hacia los brazos del hombre.
Rapidamente el muy oloroso viejo y el joven niño consumaron su relacion amorosa.
Daniel en un acto de total confianza, amor y sumision recargo su cabeza sobre el hombro del pordiosero.
El hombre cerro sus ojos y pude ver lagrimas corriendo por sus mejillas.
Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy
suavemente, acariciaban la espalda de Daniel.
Nunca dos seres se habian amado tan profundamente en tan poco tiempo.
Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se mecia con Daniel en sus brazos por un momento,
luego abrio sus ojos y me miro directamente a los mios.
Me dijo en voz fuerte y segura, "Usted cuide a este niño."
De alguna manera le conteste "Asi­ lo hare" con un inmenso nudo en mi garganta.
El separo a Daniel de su pecho, lentamente, como si tuviera un dolor.
Recibia a mi niño, y el viejo hombre me dijo:
"Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo.
" No pude decir mas que un entrecortado gracias.
Con Daniel en mis brazos, caminar rapidamente hacia el carro.
Mi esposa se preguntaba por que estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente,
y por que yo estaba diciendo:
"Dios mio, Dios mio, perdoname."
Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a traves de la inocencia de un pequeño niño que
no vio pecado, que no hizo ningun juicio; un niño que vio un alma y unos padres que vieron un monton
de ropa sucia.
Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era.
Yo senti que Dios me estuvo preguntando: "Estas dispuesto a compartir tu hijo por un momento?"
Cuando el compartia a su hijo por toda la eternidad. El viejo andrajoso,inconscientemente, me recordo:
"Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrara en el".
Lucas 18:17

LA NIÑA DEL PARQUE


Había una vez una niñita sentada en un parque. 
Todos pasaban por su lado y nunca nadie se detenía a preguntarle qué le ocurría.
Vestida con un traje descolorido, zapatos rotos y sucios, la pequeña estaba
sentada mirando a todo el mundo pasar. Ella nunca trató de hablar, no dijo una palabra.
Muchas personas pasaron junto a ella, pero nadie se detuvo. Al día siguiente, yo decidí
volveral parque a ver si la pequeña niña estaba ahí. Sí, ahí estaba. En el mismo lugar
en el que estaba ayer...
Con la misma mirada de tristeza en sus ojos. Me dirigí hacía ella; al acercarme
noté que en su espalda había una joroba. Ella me miró con una tristeza tan profunda que
me rompió el alma. Me senté a su lado y sonriendo le dije: "Hola". La pequeña me miró
sorprendida y con una voz muy baja respondió a mi saludo. Hablamos hasta que los
últimos rayos del sol desaparecieron.
Cuando sólo quedábamos nosotros dos y la oscuridad alrededor, le pregunté por qué
estaba tan triste. La pequeña me miró y con lágrimas en los ojos me dijo:"Porque soy diferente".
Yo respondí con una sonrisa: "Lo eres". Y ella dijo aún más triste: "Lo sé". Yo le dije:
"Pequeña, ser diferente no es malo. Tu me recuerdas a un ángel, dulce e inocente".
Ella me miró, sonrió y por primera vez sus ojos brillaron con la luz de la alegría.
Despacio, ella se levantó y dijo: "¿Es cierto lo que acabas de decir?"
"Sí", respondí, "Eres como un pequeño ángel guardián enviado para proteger a todos
los que caminan por aquí".
Ella movió su cabeza afirmativamente y sonrió. Ante mis ojos algo maravilloso ocurrió.
Su joroba se abrió y dos hermosas alas salieron de allí. Ella me miró
sonriente y dijo:"Yo soy tu ángel guardián".
No sabía qué decir. Ella me dijo: "Por primera vez pensaste en alguien más.
Mi misión está cumplida."
Yo me levanté y pregunté por qué nadie la había ayudado.
Ella me miró y sonriendo dijo: "Tú eres la única persona que podía verme."
Y ante mis ojos desapareció. Después de ese encuentro mi vida cambió
drásticamente. Cuando pienses que sólo te tienes a tí mismo, recuerda que tu ángel
guardián está siempre pendiente de tí.
"TODOS NECESITAMOS A ALGUIEN."
"CADA UNO DE TUS AMIGOS ES, A SU MANERA, UN ÁNGEL."
"EL VALOR DE UN AMIGO SÓLO PUEDE SER MEDIDO CON EL CORAZÓN."