El día se divide en 24 horas. Levantarse “temprano”
significa haberlo hecho en las primeras horas de la mañana. De la misma manera
que acostarse “tarde” es cuando lo hacemos cerca de la medianoche o entrada la
madrugada. Llegar tarde a una reunión o cita es haber acudido al lugar pasados
varios minutos de la hora pactada. Ahora bien, al emplear la frase “es
demasiado tarde” ya sea “para tener un hijo”, “para empezar a estudiar una
carrera”, “para aprender a nadar o cualquier otra actividad “nueva”, “para
comenzar una relación”, “para cambiar”, o sea cuestiones que no tengan que ver
puntualmente con el movimiento de las agujas del reloj…
¿Sobre qué nos basamos para decir que “es tarde”?
Acaso para empezar a estudiar tenemos que comenzar a una hora
determinada?. No, pero si se nos ocurre emprender una carrera pasado los 30
años, parecería que ya se nos vino la noche, “es tarde”. ¿Es tarde para
nosotros o es tarde para la gente en general?
Porque la sociedad en este sentido es bastante lapidaria al
imponer, o al menos pretender imponer, determinados parámetros sin tener en
cuenta los valores del ser humano. Si observamos los requisitos para cubrir un
puesto laboral, importa más la edad del postulante que su experiencia. Y se
contradicen, porque piden personal “con experiencia” pero no mayor de 22 años.
¿Qué experiencia puede tener alguien que recién comienza a trabajar?
Además lo curioso es que, a pesar de cumplimentar con el
requisito: “con experiencia”, no eligen a alguien de más de 40 años, ¿tal vez
porque requiere de mayores exigencias, como por ejemplo, un mejor sueldo,
acorde con su currículum?
Lamentablemente, en el mundo de hoy prevalecen los valores
materiales sobre los espirituales. Los que sobrepasamos esta edad, al menos
para esta sociedad, no somos aptos para cubrir puestos laborales, somos
“viejos”, se nos hizo “tarde”. Como así también somos víctimas de las críticas
al iniciar o realizar actividades que según “estos parámetros” son para gente
más joven. Sería bueno estudiar el por qué la sociedad nos sentencia: “a partir
de los 40 años de edad está prohibido gozar de la plena libertad del ejercicio
de vuestros deseos y derechos”.
Entonces ahí es cuando sentimos que remamos contra la
corriente, ya que la mayoría van, cual rebaño, todos para un mismo lado. Y este
remar contra la corriente nos cansa, desgasta, deprime y aletarga, haciéndonos
sucumbir ante los ojos de una sociedad represora.
Ahora bien, si tuvieras que escoger entre una oveja y un
lobo, con cuál te identificas mejor?. Entonces si ya sabes que eres un lobo,
porqué acompañas a las ovejas y tomas actitudes de oveja amenazada por la
presencia de un lobo? Perdón, tu no eres un lobo?. De qué te asustas? Porque
debes hacer lo que los demás hacen? Y los “demás” están seguramente en la misma
condición. Les colocan a todos el disfraz de “ovejas” cuando en realidad tal
vez sean perros, gatos o también lobos como tú.
El tema pasa por saber quiénes somos en realidad y no ser
como quieren los demás. Deberíamos formar parte del rebaño si somos lobos? ¿Por
que tienes que dejar que te esquilen la piel cual oveja si en realidad eres un
león? Aunque seamos perseverantes, no siempre triunfamos, porque cuando
gestionamos un emprendimiento, nos topamos con los condicionamientos que surgen
de la sociedad. Y por otro lado está lo concerniente al individuo que, al
refugiarse en la frase “es demasiado tarde”, encuentra allí la excusa perfecta
para no embarcarse en un proyecto nuevo, evitando de esta manera, correr
ciertos riesgos. Con esta actitud, lo único que se logra es postergar los
proyectos, y la realización como persona.
Tratar de no dejarse influenciar por las opiniones negativas
y opuestas de los demás. Remar contra la corriente no significa ir en contra de
la gente, sino querer llegar a nuestro destino final, que no siempre coincide
con el lugar escogido por los demás. Cuando veas una pared por delante, puedes
escoger entre estos dos caminos:
1) Quedarte estático delante de ella pensando que no puedes
saltar semejante pared, y agachar resignado y derrotado la cabeza.
2) Retroceder unos pasos, mirar hacia arriba y ver que no es
tan alta, que es una simple medianera que puedes, aunque sea con esfuerzo,
saltar…o no. Pero si la saltas tendrás la oportunidad de ver el camino por
seguir.
Lo importante es como te ves a tí mismo.