https://eljardindelassreflexiones.blogspot.com/2020/05/prueba.html EL JARDIN DE LAS REFLEXIONES

miércoles, 24 de junio de 2015

ACOSTUMBRADOS

Nos acostumbramos a vivir en departamentos y a no tener otra vista que no sea las ventanas de alrededor.
Y porque no tiene vista, luego nos acostumbramos a no mirar para  afuera.
Y porque no miramos para afuera, luego nos acostumbramos a no abrir  del todo las cortinas.
Y porque no abrimos del todo las cortinas luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz.
Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud.

Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde.
A tomar café corriendo porque estamos atrasados.
A leer el diario en el ómnibus porque no podemos perder tiempo.
A comer un sándwich porque no da tiempo para almorzar.
A salir del trabajo porque ya es la noche.
A dormir en el ómnibus porque estamos cansados.
A cenar rápido y dormir pesados sin haber vivido el día.
Nos acostumbramos a esperar el día entero y oir en el teléfono: "hoy no puedo ir". "A ver cuando nos vemos" "La semana que viene nos juntamos".
A sonreir a las personas sin recibir una sonrisa de vuelta.
A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos.
Si el cine esta lleno nos sentamos en la primera fila y torcemos un  poco el cuello.
Si el trabajo esta complicado, nos consolamos pensando en el fin de  semana.
Y si el fin de semana no hay mucho que hacer, o andamos cortos de dinero, nos vamos a dormir temprano y listo, porque siempre tenemos sueño  atrasado.
Nos acostumbramos a ahorrar vida.
Que, de a poco, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdimos de vivir.
Alguien dijo alguna vez:
"LA MUERTE ESTA TAN SEGURA DE SU VICTORIA,
QUE NOS DA TODA UNA VIDA DE VENTAJA"
                                        

Disfrutemos!!

lunes, 8 de junio de 2015

ANTES QUE ELLOS CREZCAN

Hay un periodo cuando los padres quedan huérfanos de sus hijos.
Es que los niños crecen independientes de nosotros,
como arboles murmurantes y pajaros imprudentes.

Crecen sin pedir permiso a la vida.
Crecen con una estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia.
Pero no crecen todos los días, de igual manera, crecen de repente.

Un día se sientan cerca de tí en la terraza y te dicen una frase con tal naturalidad
que sientes que no puedes más ponerle pañales.

Donde quedaron la placita de jugar en la arena, las fiestitas de cumpleaños
con payasos y los juguetes preferidos?...

El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.

Ahora estás allí, en la puerta de la discoteca, esperando que él
o ella no solo crezca,  sino aparezca.

Allí están muchos padres al volante, esperando
que salgan zumbando sobre patines y cabellos largos y sueltos.

Allá estan nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas,
con el uniforme de su generación, e incómodas
mochilas de moda en los hombros.

Allí estamos, con los cabellos casi emblanquecidos.

Esos son los hijos que conseguimos generar y amar a pesar de los golpes,
de los vientos, de las cosechas, de las noticias,
y observando y aprendiendo con nuestros errores y aciertos.
Principalmente con los errores que esperamos que no repitan.

Hay un periodo en que los padres van quedando un
poco huerfanos de los propios hijos...
Ya no los buscaremos más de las puertas de las
discotecas y de las fiestas.

Pasó el tiempo del piano, el ballet, el inglés, natacion y el karate.
Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más junto a su cama al anochecer, para oir su alma
respirando conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia..

Y a los adolescentes cubrecamas de aquellas piezas llenas de calcomanías,
posters, agendas coloridas y discos ensordecedores.

No los llevamos suficientemente al cine, a los juegos,
no les dimos suficientes hamburguesas y bebidas,
no les compramos todos los helados y ropas que nos hubiera gustado comprarles.

Ellos crecieron, sin que agotasemos con ellos todo nuestro afecto.

Al principio fueron al campo o fueron a la playa entre discusiones, galletitas,
congestionamiento, navidades, pascuas, piscinas y amigos..

Sí, había peleas dentro del auto, la pelea por la ventana , los pedidos
de chicles y reclamos sin fin.

Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó
 a ser un esfuerzo, un sufrimiento,
Los padres quedaban exiliados de los hijos.
"Tenían la soledad que siempre desearon", pero de
repente, morían de nostalgia de aquellas "pestes".

Llega el momento en que solo nos resta quedar mirando desde lejos, torciendo y
rezando mucho (en ese tiempo, si nos habiamos olvidado, recordamos cómo rezar)
para que escojan bien en la búsqueda de la felicidad, y que la
conquisten del modo más completo posible.

El secreto es esperar... En cualquier momento nos pueden dar nietos.
El nieto es la hora del cariño ocioso y picardía no ejercida en los
propios hijos, y que no puede morir con nosotros.

Por eso, los abuelos son tan desmesurados y
distribuyen tan incontrolable cariño.

Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto.
Así somos, solo aprendemos a ser hijos después que somos padres,

solo aprendemos a ser padres después que somos abuelos...

Quiero volver a confiar

Quiero volver a confiar
Adoro mi mundo simple y común.
Tener el amor, la caridad, la solidaridad como base.
La indignación delante de la falta de ética, moral, respeto, prepotencia e injusticia.


Fui criado con principios morales comunes cuando era niño: madres, padres, profesores, abuelos, tíos, vecinos eran autoridades dignas de respeto y consideración. Cuanto más próximos o más viejos, más afecto. Inimaginable responder maleducadamente a los más ancianos, ni a maestros o autoridades. Confiábamos en los adultos porque todos eran padres, madres o familiares de todos los chicos de la cuadra, del barrio, de la ciudad. Teníamos miedo apenas de lo oscuro, de los ratones, de películas de terror.

Hoy tengo una tristeza infinita por todo lo que hemos perdido, por todo lo que los niños un día temerán, por el miedo en la mirada de los niños, jóvenes, viejos y adultos.

Quiero sacar las rejas de mi ventana para tocar las flores.

Quiero sentarme en la vereda y tener la puerta abierta en las noches de verano.

Quiero la honestidad como motivo de orgullo.

Quiero la rectitud de carácter, la cara limpia y la mirada a los ojos.

Quiero la vergüenza y la solidaridad.

Quiero la esperanza, la alegría, la confianza, la fe.

Quiero callarle la boca a quien dice "a nivel de", al hablar de una persona. ¿Qué bien trae el "tener", si se pierde el ser"? ¡Y viva, sí, viva el retorno de la verdadera vida, simple como la lluvia, limpia como un cielo de abril, leve como la brisa de la mañana! Y definitivamente, común, como yo.

Adoro mi mundo simple y común. Tener el amor, la caridad, la solidaridad como base. La indignación delante de la falta de ética, de moral, de respeto, de prepotencia e injusticia.

¿Vamos a volver a ser "gente"? Tenemos una misión, única en nuestra sociedad actual: construir un mundo mejor, más justo, donde las personas respeten a las personas. ¿Utopía? No..., ¿sí?, ¿quién sabe?... Hoy es día para hacer el intento, es el día para marcar la diferencia.


P. Dennis Doren LC

EN LAS MANOS DE DIOS

Aunque me tapo los oídos con la almohada y gruño de rabia cuando suena el despertador... gracias a Dios que puedo oír...Hay muchos que son sordos.

Aunque cierro los ojos cuando, al despertar, el sol se mete en mi habitación... gracias a Dios que puedo ver... Hay muchos que son ciegos.

Aunque me pesa levantarme y pararme de la cama... gracias a Dios que tengo fuerzas para hacerlo... Hay muchos postrados que no pueden.

Aunque regaño porque no encuentro mis cosas porque los niños hicieron un desorden... gracias a Dios que tengo familia... Hay muchos solitarios.

Aunque la comida no estuvo buena y el desayuno fue peor... gracias a Dios que tengo alimentos... Hay muchos con hambre.

Aunque mi trabajo es monótono y rutinario... gracias a Dios que tengo ocupación... Hay muchos desempleados.


Aunque no estoy conforme con la vida, peleo conmigo mismo y tengo muchos motivos para quejarme... gracias a Dios por la vida.

LUTO CORAZON

No hay nada más difícil que despertar cada mañana recordando que quien tanto has amado ha muerto, que se ha ido para siempre. No sabes cómo enfrentar la soledad, no sabes qué pasará con tu vida, pues nunca te esperas que de la noche a la mañana puedas perder a quien tanto amas.

Luto por tu muerte, luto por tu marcha, luto por tu fallecimiento

“Éramos muy felices, nuestras charlas eran de grandes y pequeñas cosas, todo parecía tener importancia para ti, y así me lo transmitías. Tenías bondad para todo aquel que te necesitaba, hoy es muy triste saber que ya no estás. No sé cómo podré superar tu muerte, ni si podré lograrlo… Dicen que poco a poco se superan las etapas del luto, pero yo ahora sólo quiero llorar cuando te recuerdo.”

La experiencia que se vive tras la partida de alguien cercano y amado es algo muy complicado, y mucho más si no lo tenías previsto.

¿Pero quién es dueño de la vida? Sólo Dios.
Solamente Dios sabe el porqué de las cosas.

 Lo primero que te pasa por la cabeza es no aceptar el hecho de que ha fallecido. Crees que es un sueño, que mañana despertarás con la buena noticia de que está ahí, al otro lado de la línea de teléfono, dispuesto a hablar contigo para que no te preocupes más…

Es especialmente desolador cuando alguien muere y no has tenido tiempo de abrazarle, tiempo de despedirte y de decirle cuánto le amabas. Pero gracias a Dios, sientes el consuelo de que aunque no se lo pudiste decir del modo que lo harías ahora, ya se sabía amado por ti. Sabes, que aunque pudiese pasar mucho tiempo sin saber el uno del otro, había un fuerte lazo de amor que te llevaba a presentirlo aún sin verlo.

Hay luto en mi corazón. Me cuesta aceptar tu muerte, quiero creer que es un sueño, que mañana despertaré y tú estarás aquí. ¿Por qué te fuiste tan pronto? No me diste tiempo a decirte todo cuanto te amé.

 Después de aceptar que ya no está, que ha muerto, vienen las lágrimas ¡y muchas! El corazón se te cae a pedazos, no sabes cómo comenzar el día, cada vez es más fuerte el dolor y menor la comprensión de las personas que te rodean porque nadie puede entender que no importa lo vivido entre los dos, no hay consuelo posible.

Perder a un ser amado es muy duro, es casi cotidiano leer y escuchar sobre la muerte de otras personas, pero jamás piensa que un día llegue a ser algo tan cercano y personal. No hay un dolor más grande que el de perder a un ser amado, nada más duro que encontrarte llorando cada amanecer sin saber cómo detener las lágrimas. Tu pecho se oprime y los días se hacen cada vez más lentos y grises.


Pero los que somos cristianos sabemos que la muerte no es el último paso que daremos. Quien falleció está con nuestro Señor, y desde allí nos enviará toda su paz. Dios nos dará todo cuanto necesitemos, los que vivimos en el camino del Señor, sabemos y creemos en la vida eterna. Y esa es la esperanza que tenemos, que un día volveremos a verle y nuestro encuentro será mucho más lindo.

Hoy comprendo el dolor de la pérdida. Aún no logro aceptarlo, pero de a poco lograré caminar sabiendo que está sentado en la mesa del Señor, ¿qué gran privilegio, verdad?

Hoy sólo queda esperar que el tiempo haga lo suyo y traiga paz, porque mientras permanezca en nuestro corazón y mente, su marcha sólo habrá sido en cuerpo. Pues estará siempre en cada rosa del jardín, en cada copo de nieve que cae, en cada gota de lluvia que se pose sobre mí… siempre estará.

Cada vez que nombremos a esa persona seguro que estará mirando y deseando que estemos bien, que no le lloremos, pues estará en paz con Dios y mucho más con todos lo que amó…

Absorberemos el dolor pero también le daremos alas para que vuele en paz.


Dios nos cuide y de fuerzas ante la adversidad.

viernes, 22 de mayo de 2015

HERMOSAS ROSAS











ENTRE EL AMOR Y LA LOCURA

Cuenta la historia que una vez se reunieron en un lugar de la tierra, todos los sentimientos y cualidades de los seres humanos.
Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, tan loca como siempre, les propuso: - ¿por qué no jugamos al escondite?
La Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad sin poder contenerse preguntó: ¿Qué es eso? ¿Y cómo lo haremos?
Es un juego-explicó la Locura-en el que yo me tapo los ojos y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden. Cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes a quien encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El Entusiasmo y la Euforia bailaban y saltaban, al igual que Alegría y terminaron por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada.
Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué? si al final, a la corta o a la larga, siempre la encuentran. La Soberbia opinó que era un juego tonto, aunque en realidad lo que le molestaba, era que la idea no se le había ocurrido a ella.
La Cobardía prefirió no arriesgarse y entonces, la Locura comenzó a contar, uno. . . dos. . . tres. . .
La primera en esconderse fue la Pereza que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo que, con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. ¿Un lago cristalino? ideal para la Belleza; ¿la hendidura de un árbol? perfecto para la Timidez; ¿una ráfaga de viento? magnífico para la Libertad. Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol.
El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde un principio; ventilado, cómodo, pero sólo para él.
La Mentira se escondió en el fondo del océano ¡Engaño!, lo cierto es que se escondió detrás del arco iris) y la Pasión y el Deseo en el centro de un volcán. El Olvido...no recuerdo dónde se escondió. Y así, uno tras otro fueron encontrando su lugar ideal.
Cuando la Locura contaba 999.999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado. Hasta que de pronto divisó un rosal y enternecido, decidió esconderse entre sus flores.
La Locura llegó al millón y empezó a buscar. La primera que encontró fue a la Pereza, sólo a tres pasos de una piedra. Luego escuchó vibrar los volcanes y encontró a la Pasión y el Deseo.
En un descuido encontró a la Envidia y pudo deducir fácilmente dónde estaba el Triunfo.
De tanto caminar, la Locura sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza; allí al lado encontró sentada en la orilla del lago a la Duda, aún sin decidir dónde esconderse.
Así fue encontrando a todos, el Talento entre las hierbas frescas, la Angustia en una cueva oscura, a la Mentira detrás del arco iris (¡falso!, ella se había escondido en el fondo del océano). Y hasta el Olvido, que ya se había olvidado que estaba jugando, fue encontrado. Sólo el Amor no aparecía por ningún lado.
La Locura buscó detrás de cada árbol, en cada arroyo, en la cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal, tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas. De pronto un doloroso grito se escuchó.
Las espinas habían herido los ojos de Amor, la Locura no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, pidió perdón, imploró y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces, desde la primera vez que se jugó al escondite en la tierra:

"El Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña"