Hoy me detuve en el espejo
de mi baño, y vi a una mujer mayor, sin sueños… Con la rutina de toda la vida,
y me di cuenta que me levanté 15 minutos más temprano que nunca.
Me había olvidado cuando
fugazmente despertaba hace unos pocos años sonriente y me animaba diciendo que
ese día sería mejor que el anterior.
Precisamente no recuerdo
cuándo cambio esto. Por despertar atrasada, desesperada por el tiempo, por los
pendientes, empecé a no ir a los salones
de belleza con la misma frecuencia, porque el dinero lo ocupaba para obra buena actividad familiar.
No tengo más de 45 años y
me siento de 90; desesperada porque no he realizado muchas cosas, pero esas
cosas ya no son SUEÑOS de antes.
Hoy me desperté 15 minutos
antes de mi vieja rutina. Recordé que mi marido tuvo una reunión de trabajo; se
fue y ni me avisó. Hoy recordé que mi hijo de 12 años no me obedece; el de 18
años dice que soy ridícula porque no soy hombre como él; y mi hija de 15 años sólo
me busca cuando necesita algo.
Estoy segura que todos
saben que los amo, pero ¿cómo me pueden valorar si yo no me valoro a mí misma?
Por eso, a partir de hoy, seré PRIMERO YO, y lo quiero compartir con ustedes.
Levántense 15 minutos
antes, mírense en el espejo y díganse a sí mismas a quien ven. ¿Les gusta esa
mujer o desean ser otra? Nunca es tarde para cambiar; tarde sería si mueres.
Ese hoy fue hace dos años,
y las cosas cambiaron muchísimo; pero no fue fácil. ¡por supuesto que no! Me
costó levantarme temprano para cepillarme el cabello bien y arreglarme como
para ir a trabajar. Renuncié a mi trabajo de 15 años (aún lo extraño) y empecé
a ir al gimnasio.
Los primeros meses fueron
un fracaso, pero después baje de peso; cambié mi forma de vestir y, hasta mi
esposo asombrado, me invitó un día a cenar para preguntarme si nuestro
matrimonio continuaba bien o tenía un amante: le dije sin vacilar:
Sí… Tengo otro amor que me
llena completamente… Y ese amor soy yo; y bueno, qué más puedo decir: soy otra
porque PRIMERO SOY YO!
Nos pasa que de pronto un
día miramos de reojo una vidriera y vemos una imagen reflejada que no es la
nuestra.
Un día nos encontramos
recordando a aquella mujer y sentimos que la fuimos sepultando lentamente.
Presenciamos su lenta agonía… Y no hicimos nada para revivirla.
La pareja, la familia, los
hijos… El gato, el perro, el canario… La casa, las compras, el trabajo, el
auto, la limpieza, las camas bien tendidas, el orden… Y allí debajo una mujer
que grita: ¡Socorro! Que se mueve con amor, con sensibilidad, con vocación,
pero que dejó lentamente que todo la supere; y se quedó allí, en ese lugar,
viendo pasar la vida de los otros, que se olvidó de sí misma.
Tenemos que revivir a esa
mujer y hacer que diga ¡AQUÍ ESTOY! Todos los días.
PRIMERO YO, y no significa
que soy egoista… PRIMERO YO y eso es lo único que importa.
Intentemos recuperar a esa
mujer bella que nos hacía sentir seguras. Desterremos culpas; y si el desayuno, el almuerzo, La merienda o
la cena se demoran
un poco porque nos
estamos poniendo guapas, pensemos que ese cuidado a
nosotros mismas, esa
dedicación, ese amor, serán la medicina mágica que hará que nuestra autoestima crezca.
Si nuestra autoestima no
está bien, nada está bien en nuestra vida; y por ello, dejemos que otros nos
desprecien o nos desvaloricen.
PRIMERO YO… Mi vida es una
piedra preciosa. Soy la única que puede hacer que se destaque por su brillo… O
dejar que se apague para siempre.
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