En días pasados, visitando a mi hermano y a su familia, me recordé lo que había vivido con mis hijos cuando éstos estaban más pequeños.
Y específicamente, me recordé cuando mis hijos, así como lo hicieron mis sobrinos, y lo hacen todos los niños del mundo, se caían y golpeaban, y salían corriendo a buscar a su padre o madre para que les diera un beso en la parte herida.
Y por arte de magia, el dolor desaparecía.
Pero, qué tienen de mágico los besos de los padres? Cuál es el ingrediente químico de esos besos que curan milagrosamente?
Pues, físicamente, no hay nada de mágico ni hay ningún ingrediente secreto.
Es el poder de la mente de los niños (y de algunos no tan niños), que al sentir el beso de un ser querido, sienten que están protegidos y que todos sus males han desaparecido.
Fíjense a su alrededor, y dénse cuenta.
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