A punto de acabar su vida, quiso un labrador dejar experimentados a sus hijos en la agricultura.
Así, les llamó y les dijo: “Hijos míos, voy a dejar este mundo; buscad lo que he escondido en la viña, y lo hallaréis todo”.
Creyendo sus descendientes que había enterrado un tesoro, después de la muerte de su padre, con gran afán removieron profundamente el suelo de la viña.
Tesoro, no hallaron ninguno, pero la viña, tan bien removida quedó, que multiplicó su fruto.
El mejor tesoro siempre lo encontrarás en el trabajo adecuado.
¿Cuántas veces pensamos que nuestro éxito necesariamente tiene que darse de la misma manera en que le resultó a otras personas a nuestro alrededor? La verdad, sin embargo, es que Dios nos hizo a cada uno de nosotros únicos y maravillosamente distintos… agregándole algo especial a nuestra generación y comunidad. Si pretendemos ser lo que no somos, nos tornamos aburridos y poco agregamos a la vida de los demás. De la misma manera, aprendamos a maximizar el uso de los recursos que el Señor ha puesto a nuestro haber… allí estará la clave de nuestra contribución y legado a los demás.
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