
Querida Mamá:
Sé que el momento que ahora estás viviendo no es el
mejor. Que el dolor que sientes en tu corazón es difícil de calmar y que las
ilusiones y los planes que habías construido para mí, ya no existen.
Mientras estuve en tu vientre sentí todo ese amor que
tenías para mí. Sé que nuevos sentimientos, sensaciones y emociones experimentaste
porque yo crecía dentro de ti. ¡Es tan maravilloso el vínculo que pueden tener
las madres con sus hijos!
Sé también que todo estaba preparado para mi llegada, que
rebosabas de alegría y esperanza. Pero a pesar de que nací, fue breve mi
momento aquí en la tierra. Dios quiso que volviera al cielo y que tú
desarrollaras una fortaleza más grande de la que crees tener. Porque tú eres
tan especial y debes seguir viviendo tu vida.
Esto es solo una prueba difícil que te tocó atravesar, un
desierto del cual en algún momento verás brotar el agua y una flor. Si tú eres
fiel a papito Dios un día me verás y te reencontrarás conmigo en el cielo para
juntos disfrutar de una vida eterna.
Verás que en todo este trayecto, Dios irá caminando junto
a ti, tomándote la mano porque él te ama demasiado. Mamita, recuerda que llorar
está permitido, pero rendirse, ¡JAMÁS! Sé que siempre me recordarás.
Es hora de marcharme, debo despedirme. Papito Dios dejó
que yo dictara esta carta porque él es milagroso y está utilizando a una
persona para transmitirte este mensaje. Te dejo muchos besos, cuídate mucho y
recuerda que nos volveremos a ver algún día en el cielo celebrando las Bodas
del Cordero.
De tu bebé que te ama.!!
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